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La esquizofrenia, un trastorno neuropsiquiátrico severo, ha impulsado la investigación de sus bases neuronales. En este contexto, el análisis de redes funcionales, derivado de la teoría de grafos, emerge como una metodología robusta para investigar la arquitectura y dinámica cerebral. Esta aproximación conceptualiza el cerebro como una red compleja donde las regiones cerebrales actúan como nodos y las interacciones neuronales como aristas. Dicha representación matemática permite cuantificar propiedades topológicas de la red, como la segregación y la integración, ofreciendo una perspectiva crucial sobre la organización funcional del cerebro en estados patológicos.
Diversos estudios previos, utilizando técnicas como la electroencefalografía (EEG), han documentado consistentemente alteraciones en la conectividad funcional en pacientes con esquizofrenia. Estas anomalías incluyen cambios en la eficiencia de la transmisión de información y una reorganización atípica de las redes neuronales, tanto en estado de reposo como durante la ejecución de tareas específicas, como los paradigmas de oddball auditivo. Los hallazgos sugieren que esta desorganización en la conectividad funcional podría ser un correlato neurobiológico fundamental de los síntomas cognitivos, perceptivos y de la autoexperiencia observados en la condición.
Una línea de investigación central se ha enfocado en la relación entre el coeficiente de agrupamiento (CLC) y las experiencias de sí mismo en individuos con esquizofrenia. El CLC, una métrica de segregación, indica la densidad de conexiones dentro de los subgrupos de nodos, reflejando la especialización funcional de las redes. Se ha explorado cómo las variaciones en el CLC, particularmente en bandas de frecuencia específicas como gamma y zeta, se correlacionan con dimensiones de la autoexperiencia, evaluadas mediante instrumentos psicométricos como IPASE. Estos resultados proporcionan evidencia de una asociación intrínseca entre las propiedades topológicas de las redes funcionales y las disrupciones en la conciencia del yo en la esquizofrenia.
Estos avances metodológicos no solo profundizan nuestra comprensión de la fisiopatología de la esquizofrenia a nivel de red, sino que también señalan posibles biomarcadores basados en la conectividad. La identificación de patrones específicos de alteración en las redes cerebrales podría facilitar el desarrollo de estrategias diagnósticas más precisas y, potencialmente, informar el diseño de intervenciones terapéuticas dirigidas a normalizar la conectividad funcional aberrante.